El paludismo, más conocido como malaria, es una enfermedad causada por parásitos del género Plasmodium, transmitida a través de mosquitos del género Anopheles hembra infectados. Sus síntomas principales son dolores de cabeza, fiebres altas, vómitos, escalofríos, insuficiencia renal o hepática, entre otros. A pesar de que en Europa esté erradicada, la malaria afecta a millones de personas a nivel mundial, estimándose 619.000 fallecimientos en el 2021, el 95% de estos en el continente africano.1 Los climas cálidos y húmedos son propensos para la propagación de enfermedades, por ello las zonas con mayor prevalencia de malaria son África subsahariana, Sur y Sudeste Asiático, Islas del Pacífico, América Central y el norte de América del Sur.2
Aunque el riesgo de infección varía según la época del año y las características del viaje, si visitas alguna de estas regiones, existen diferentes medidas que puedes seguir para reducir la posibilidad de contagio, principalmente evitando las picaduras de mosquito. Para ello es importante el uso de productos repelentes (con DEET, IR3535 o Icaridina), ropa que nos cubra todo el cuerpo y dormir con mosquiteras en cama y ventanas, así como evitar actividades en el exterior durante el atardecer o amanecer.1,3
Existen además tratamientos preventivos quimioprofilácticos con fármacos, que varían según el país de destino y que deben tomarse bajo recomendación médica. Es muy importante completar los ciclos de forma rigurosa a la vuelta de nuestro viaje, ya que los síntomas de la malaria tardan en aparecer desde el momento de la infección.1
Sin embargo, si tras haber tomado las medidas anteriormente mencionadas, tenemos la mala suerte de infectarnos, debemos buscar atención médica de forma inmediata, ya que el paludismo puede presentar complicaciones muy graves si no se trata con urgencia.4 En el caso de no poder acudir a un hospital en menos de 24 horas, se podrá iniciar un tratamiento antimalárico de emergencia. Por otro lado, si acudimos a un hospital, los profesionales sanitarios nos recetarán el tratamiento profiláctico correspondiente, que difiere según la sintomatología, la persona y la zona de nuestro viaje, entre otros factores.5
La malaria es una enfermedad prevenible, pero, de no ser tratada con urgencia, puede acarrear complicaciones. Por ello, si viajamos a una zona de riesgo, es esencial visitar a profesionales médicos para poder recibir la información necesaria acerca de la enfermedad antes de comenzar nuestro viaje, estando así lo mejor preparados para evitar el contagio en la medida de lo posible, y saber actuar ante una posible infección.3,5
